Una consulta de Cirugía.La mirada temblorosa que genera simplemente escuchar ese nombre.Una mujer angustiada, dudosa y temerosa de un futuro que se le promete incierto ante solo pronunciar o escuchar la palabra «cáncer».Una habitación, dos personas.Una situación crucial y un encuentro destinado a un fin mayor: lograr la curación.Un secuestro que se ofrece y un rescate que se pide.Una simbiosis, el cirujano con su paciente.Simplemente curar con las manos, no. Hay algo más.Hay alguien detrás de la montura metálica de las gafas, de la emperchada bata blanca que lo cubre y del nudo aligerado de la corbata que ese día usa.Hay una mujer, con nombre, con sus zapatos rojos, que cruza la antesala y entra en un mundo del cual se puede salir.Hay conversación, hay ayuda, hay escucha y hay entendimiento.No todo termina ahí.Hay un ingente sistema que gira y se pone en marcha alrededor de nuestra mujer, de nuestra paciente.Ese sistema se cierra y conforma un círculo, un arco de media punta, donde hay una pieza clave en todo el proceso: conocer, compartir, ver y escuchar.Ese proceso lo cierra la Escuela de pacientes.Es una Escuela de Vida y desde que la paciente ha entrado por la puerta de mi consulta es alumna y maestra.Nosotros la guiamos, el conjunto de profesionales que vamos a tratarla, pero ella es la protagonista de esta Historia, con nombres propios, pero que representan a tantas y tantas que han superado esta batalla y acercan a tantas y tantas que sufrirán el mal, aquí y en muchos otros lugares.Es la historia de un médico y su paciente.Es la historia de nuestra Escuela.