Este es un libro y es también un diario de trabajo. Si uno quiere aprender a gestionar hábilmente sus propias emociones tiene que entrenarse en el gimnasio más exigente: el de la vida cotidiana. Fácil es vivir en armonía en un monasterio al pie de las montañas. Difícil es mantenerse en eje con un jefe difícil, una suegra demandante, una madre con la que se confronta, un marido indiferente, hijos adolescentes y el mandato social de un constante no parar. Occidente mira con fascinación a Oriente en su búsqueda de paz interior, pero olvida que la lógica a través de la cual observa la vida es muy diferente. No necesitamos más retiros de fin de semana, necesitamos incorporar esas herramientas milenarias de sabiduría oriental en nuestro día a día.Con una lectura dinámica, sentida y cercana invita al lector a trabajar sobre sí. Este libro se propone dar otro final a eso mismo que siempre nos pasa. Podemos seguir toda la vida llorando sobre la leche derramada o aprender a reconocer nuestra temperatura emocional y sacarnos antes de entrar en ebullición. Para quienes deseen dar un paso más las emociones son también un camino de evolución espiritual. El libro pretende originar una nueva comprensión y sembrar interrogantes que transformen al lector en un buscador de sentido y de autorealización.Corina es una terapeuta que no se esconde, que se expone En Carne Viva para poder llegar a sus lectores desde la más honda autenticidad, generando empatía y resonando con los rasgos más humanos que nos identifican. Este aporte es lo que marca una diferencia respecto a otros libros que han abordado el tema de la emocionalidad desde un lugar distante, frío.Relata su historia de abuso sexual infantil y cómo ese hecho desencadenó en su adolescencia la peor de las pesadillas. Habiendo estado al borde de la muerte y rota en mil pedazos, juntó sus partes para armarse en una mejor versión. El trabajo profundo que realizó sobre sí misma la motiva a comunicar que no solo es posible recuperarse de las heridas emocionales, sino que también pueden cicatrizar en una gran sabiduría para vivir la vida de manera simple, feliz y agradecida.